THE CURE- Desintegrado en la lluvia....

Fue un día de esos que pasas totalmente solo, aunque siempre rodeado de caos, gente y ruido. Pasé varias horas en el tráfico, al tener que hacer cosas que ya no recuerdo en distintos sitios de la ciudad. Recuerdo en un alto, ver a una mujer sentada en la banca de un parque contiguo, la expresión de no saber qué hacer definía su rostro; algo que quizás quería decir, pero no había nadie al lado... Luz verde y seguí mi camino.


Eran al rededor de las 12 del día, el cielo estaba blanco y casi era imposible voltear hacia arriba sin cerrar los ojos automáticamente. Compré un café en  un pequeño lugar en las afueras de Coyoacán, y me senté en una de sus mesas esperando pasaran unos minutos, para dirigirme a casa de una amiga para completar la tarea del día siguiente.

Llegó un mensaje dentro de los siguientes minutos, era ella avisándome que no estaría en su casa, que nos encontraríamos en la universidad temprano para aquella tarea; ahora tenía mucho más tiempo.

En ese momento llegó una pareja al café, se sentaron cerca de mi mesa y después de ordenar algo, el hombre de unos treinta años comenzó a llorar sin hacer ningún ruido, pero intensamente.

La mujer, tal vez poco más joven le dijo algo en voz muy baja, pero él sólo continuó con su llanto. De repente, ella tomó sus cosas y se fue súbitamente; él tardó en reaccionar perdido en su estado, simplemente ella ya no estaba, salió tan libremente que pareció como si ni siquiera hubiera estado ahí en lo absoluto.



El hombre salió de prisa volteando a todas partes, e instantáneamente comenzó la lluvia. No fue una lluvia común, de hecho el hombre quedó empapado ese mismo momento, y sentí como si hubiéramos caído en una profunda ficción. Se quedó postrado en el piso sin ninguna expresión, no podía distinguir si seguía llorando, pues las gotas eran ya ríos en todas direcciones. Sólo me pareció percibir una especie de calma en la escena completa, que duró minutos... O eso es lo que yo sentí.


El hombre se alejó lentamente, y al perderlo de vista observé la mirada de la mesera, que parecía haber entendido que sus pedidos estaban cancelados desde que entraron. Sentí el impulso de salir rápidamente, pagué y salí  como aquel hombre se fue; sin importar el caudal que caía sobre mí, dándome cuenta de que lo que pensaba y sentía era verdadero. La tranquilidad comenzó a fluir fríamente.

Llegué a mi coche, y al estar dentro prendí el stereo sin encender el motor. El caos en el radio era insoportable, así que cambié al cassette que ya tenía dentro del aparato, y me perdí en el "Disintegration". Pasaron no sé cuántas canciones, hasta que decidí moverme hacia el tráfico de nueva cuenta; había una extraña sensación de querer decir algo con urgencia, de compartir lo que hasta ese momento había vivido durante el día. Y recordé a la mujer del parque en el semáforo de la mañana.

Me dolía el recuerdo de la cafetería, ¿Por qué?.... "Plainsong" quizás lo decía mejor, lo hace sentir por encima de estas letras.

Tardé mucho en regresar a mi casa, me estacioné y sólo apagué el motor dejando de nuevo la música sonar con cada vez mayor volumen. Al ver mi reloj empapado, marcaba casi las seis de la tarde, entonces empezó "The same deep Water as you". 

Ese día comprendí algo del "Disintegration" que tampoco podría escribir ni describir en su totalidad, quizás porque abrió más interrogantes enlazadas extrañamente con las horas vividas aquel día, y tal vez la comprensión no sea exactamente el término que debo usar, es algo referente a la experiencia de estar vivo en este planeta, la escucha y atención constantes que se acentúan junto al hecho de estar solo.

La vida va a un ritmo que acelera y disminuye a su vez, nos acostumbramos a no darnos cuenta de todo lo que está ahí, lo trágico y lo hermoso, simplemente no ponemos atención. Ese día en algún lugar de 1999, comencé a prestar atención, a darme cuenta de lo que se siente vivir participando de ello, sin importar la forma en la que se haga, importa hacerlo.

La tormenta dentro fue disipándose a lo lejos, mientras afuera una brisa tupida continuaba. Bajé del auto en dirección a mi edificio, subí a mi casa y me encontré con mis padres para más tarde cenar con ellos y con mi hermana.

Gracias cada día, Robert Smith.

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