U2 EN MADISON SQUARE GARDEN, NYC. - 19 Julio, 2015.


“Adventure is not outside man; it is within”. George Eliot.
Invisible, sí invisible...

El momento de acudir a uno de los conciertos de la banda irlandesa U2 en su actual gira “iNNOCENCE + eXPERIENCE” en una de las ciudades más mágicas e importantes del mundo NY, se hizo realidad de un día para otro. No contaba con boleto de avión ni un plan establecido. Conseguí hospedaje días antes de partir con un par de buenos amigos quienes me mostraron otro estilo de vida y lugares que no había visitado en mis viajes anteriores a NY... Bushwick y gran parte de Brooklyn... Recuerdo con especial cariño a la entrañable Irie quien dormía conmigo cuidando mi sueño y limpiando mi Ser... Llevándose lo que ya no era para mí. Gracias.



Fotografía: Oscar Dueñas Pérez © 2015-Legal
El viaje me recordó en situaciones de botepronto, a aquella visita ráfaga que hice años atrás a la ciudad de Montreal para ver también a U2 en la gira “360o” pero, esta vez, iría solo... Esta vez sería por mi cuenta... Esta vez sería invisible entre la multitud, en una ciudad donde la gente no tiene tiempo que perder, donde todo corre de una forma diferente. En la ciudad donde el “New York minute” se vive de la siguiente manera: “Everything can change... Things can get pretty strange...” según Don Henley.



Invisible...
Invisible e indivisible... Me tenía a mí y yo era mi único equipaje. Solo.



El viaje dejó atrás muchas cosas, personas y relaciones. Una parte de mí murió para ver renacer otra. Era un viaje de redefinición, de reencuentro y sobre todo de reconciliación conmigo mismo. De transformación, como hace una oruga a crisálida y después a mariposa. Un viaje de auto valoración e incluso de experimentación. Un viaje donde por momentos hubieron lágrimas, sentimientos encontrados y emociones en verdadero conflicto. El momento era ese y no otro. Accionar, hacer. “Alicia en el país de las maravillas” me hablaba desde un póster que celebraba una exposición de los 150 años de la fantástica historia de L. Carroll. 


El póster estaba gritándome dentro de la estación Bleecker St... “Alicia...” me hablaba también desde un recorte con una ilustración que pude alcanzar en un momento dentro del concierto de U2, donde como parte del show, miles de “papeles” cayeron desde el techo, papeles con retazos de literatura que querían decirnos algo más que un simple “estás aquí y ahora”... “Ulysses” de Joyce, “A clockwork orange” de Burgess llovían esa noche... “Alicia...” me hablaba en una caminata sin rumbo por Central Park, caminata que me llevó directamente a la escultura que Alicia y sus amigos tienen en un místico y solitario sitio... “Alicia...” me hablaba desde el abdomen tatuado de un punk frontman que tocaba su bajo esa noche en un hoyo oscuro con luces rojas donde de pronto y, en un parpadeo, me encontraba...



El tatuaje era el del gato sonriente. Bebí una cerveza de cortesía que el tipo, al verse asombrado por la foto que tomé de su tatuaje, decidió compartir conmigo. “El Gran Zoltar” también me hablaba por dos dólares... Entre todas esas voces, ruido y aturdimiento, no entendía lo que me querían decir... No entendía el por qué de 8 orugas en mi patio trasero antes de emprender el viaje a NY... 8 orugas que se convirtieron todas en crisálidas... Algunas, lograron ser mariposas... otras no. Al regresar del viaje, 4 orugas más... 12 en total. Orugas sí, como esa sabia oruga
que cuestiona a Alicia. No había más que entender: evolución, adaptación, transformación. Vida. Ser. 


Musikcut / Texto y fotografías de Oscar Dueñas Pérez © 2015 Legal 

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