How to Ruin Other People's Future |
Hace dos años tuve la fortuna de vivir un tiempo en Dresden, Alemania. Una tarde, me encontré un letrero que anunciaba un concierto de The Sisters of Mercy. Me hice de un boleto en cuanto pude, pues nunca había podido verlos en vivo y la expectativa de por fin ir a su concierto, en Alemania, era por demás emocionante. Sin embargo, esta entrada no es sobre The Sisters of Mercy.
A diferencia de otros conciertos, investigué poco sobre la gira y la información del boleto era escueta. Fue hasta unos minutos después de mi llegada al Alter Schlachthof que empezó a escucharse una banda completamente desconocida para mí, y aparentemente para una buena proporción de los asistentes. Bastaron un par de canciones para engancharme en un sonido correcto, tenso y dramático, acompañado de una gran presencia escénica.
La banda era Losers. Se formó en el 2007, como proyecto de Tom Bellamy, Eddy Temple-Morris y Paul Mullen. Al momento de abrir para The Sisters of Mercy, daban promoción a su segundo álbum, titulado …And so we Shall Never Part, que incluía canciones como Turn Around, cuyo piano puede resultar familiar para los fans de Game of Thrones, y Azan, que llegó a escucharse en el trailer de Hércules.
Recientemente, el 9 de septiembre para ser precisos, publicaron su tercer disco: How to Ruin Other People’s Future que, al igual que su predecesor, fue financiado a través de la plataforma Pledgemusic.
Nuevamente, la propuesta de Losers es intrigante y de difícil aproximación, no por la calidad de los temas, sino por lo inusual de su música. Losers es una banda difícil de clasificar (y, cabe preguntarse, ¿para qué clasificarlos?), capaz de desplegar una envidiable naturalidad en su composición y ejecución. How to Ruin Other People’s Future se revela rápidamente como un torrente de creatividad que alterna momentos dramáticos con melodías introspectivas, al ritmo de beats electrónicos. Sin embargo, puede ser necesario escucharlo al menos un par de veces para poder apreciar con mayor detalle las distintas capas que lo componen.
Los tres puntos más altos del disco, sin duda, son sus primeras tres canciones. I Never Got to Say Goodbye, va construyéndose, sin prisas, sobre sencillas capas de sintetizadores. La voz no se une hasta la marca de los dos minutos, estableciendo una atmósfera íntima y envolvente que desemboca en un crescendo con la introducción de percusiones y guitarras, hasta culminar en un coro enérgico, donde los instrumentos electrónicos pasan un poco a segundo plano, ante un bajo preponderante. Esta canción supera los siete minutos de duración, pero deja con ganas de más.
Chainsaw continúa el álbum haciendo honor a su nombre. Sintetizadores a modo de sirenas inician una canción frenética, donde la distorsión es clave en bajo, guitarras y voz, y que sólo encuentra leves descansos en los coros. Perfecta para abrir conciertos.
This Is a War, que también es el primer sencillo, sintetiza, en mi opinión, el estilo de la banda. Está adecuadamente colocada como la tercera canción, al reconciliar los elementos exhibidos en las dos anteriores. Una fuerte base electrónica se contrapone a una voz nostálgica mientras la canción adquiere potencia y se vuelve, incluso, bailable. Cinematográfica por naturaleza, esta canción no pierde dramatismo ni magia al incorporar ritmos que otros músicos evitarían.
El hecho de que estas tres canciones sean las más memorables del álbum no resta mérito a las demás. 4 Months 2 Days abre con sintetizadores ochenteros, propios de un videojuego retro, y un ritmo contagioso, que acompaña magistralmente a la creciente rabia en la voz. Exit Plan, por otra parte, está construida con elementos mínimos: piano, atmósferas y voz, dando la nota de melancolía al disco, que cierra con la impecable The Ruiner, alternando estrofas introspectivas con coros acusantes.
How to Ruin Other People’s Future marca un nuevo hito en la trayectoria de Losers. La acertada combinación de nostalgia, introspección y agresión, acompañada de pegadizos ritmos electrónicos, no dejará indiferente a ningún escucha.
Escrito por Luis Reyes-Aguirre
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